Tres eventos en los últimos tres días arrojan luz sobre el carácter de los complots postelectorales de Trump y los intereses sociales y económicos que los impulsan.
En primer lugar, el viernes, se informó en la prensa sobre una reunión de emergencia de los directores ejecutivos de importantes empresas estadounidenses en la mañana del 6 de noviembre, tres días después de la elección, para discutir la afirmación de Trump de que había ganado. Según los reportes mediáticos, la reunión incluyó a ejecutivos de Disney, Johnson & Johnson, Walmart, Goldman Sachs y otras de las empresas en la lista Fortune 500.
Uno de los informes que fue publicado por el Financial Times (FT) el fin de semana afirmó que la reunión “inició con un tenor sombrío, con una advertencia sobre la posibilidad de un ‘golpe de Estado’ por parte de Timothy Snyder, historiador de Yale y autor de On Tyranny, quien les dijo a los líderes empresariales que las democracias casi siempre han sido derrocadas desde adentro”.
La reunión, celebrada a las 7:00 a.m., demuestra la seriedad con la que se discute en círculos gobernantes la posibilidad de un golpe postelectoral por parte de Trump para permanecer en el poder. Muchos ejecutivos, según FT, decidieron respaldar a Biden por preocupación de que la negativa de Trump de aceptar los resultados de la elección amenaza con desatar un estallido social. FT cita a Jeffrey Sonnenfeld, un profesor de Yale que organizó la llamada y que declaró que “existe una gran preocupación” de que la respuesta de Trump a las elecciones “esté generando más división en el país en vez de menos… Ellos no quieren lugares de trabajo hostiles”.
Cabe señalar que uno de los representantes más poderosos del capital financiero, Stephen Schwarzman, fundador del fondo de inversión Blackstone, defendió a Trump. “El Sr. Schwarzman”, reportó el FT, “un donante republicano que ha sido uno de los simpatizantes más fervientes del Sr. Trump en Wall Street, buscó aplacar tales temores [de un golpe], afirmando que el presidente tiene el derecho de desafiar los resultados electorales y pronosticando que el proceso legal completará su curso”.
El segundo evento también se produjo el viernes, cuando Trump se pronunció por primera vez desde las elecciones, en un evento organizado para arrogarse el crédito de los avances hacia una vacuna de coronavirus.
Trump se enfocó en insistir que, mientras la pandemia se sale completamente de control y la cifra de muertes aumenta, se opondrá a cualquier medida para detener la propagación del virus. “Este Gobierno no procederá con cierres”, dijo Trump. “El tiempo dirá”, quien estará en el cargo después del 20 de enero, afirmó Trump, “pero les puedo decir, este Gobierno no hará cierres… La cura no puede ser peor que el problema en sí”.
Trump vinculó esta posición directamente con el ascenso de los mercados bursátiles. “Veo que la bolsa de valores subió casi 400 puntos hoy nuevamente y está lista para romper un récord histórico”, dijo.
Los comentarios de Trump el viernes fueron seguidos dos días después por la declaración del Dr. Michael Osterholm, un epidemiólogo líder y asesor del presidente electo Joe Biden, de que la implementación de una cuarentena nacional y ayuda económica para los trabajadores lograría controlar el virus. Estas declaraciones llevaron a una caída en los mercados el miércoles y jueves, lo cual fue seguido por la pronta respuesta de la campaña de Biden, dando garantías de que se opone a cualquier cuarentena nacional.
Trump le estaba comunicando a la oligarquía financiera que él es el hombre que hará valer de la forma más agresiva la campaña de “regreso al trabajo” de frente a la creciente oposición popular por el aumento en muertes.
El tercer evento se produjo el sábado, cuando Trump pasó en un vehículo a saludar una manifestación en Washington DC organizada por grupos fascistizantes bajo la consigna “Detengan el Robo”, una operación vinculada a Roger Stone, aliado de Trump y otras figuras en torno al exasesor principal fascistizante del mandatario, Stephen Bannon.
Los participantes incluyeron grupos paramilitares como los Oath Keepers, los Proud Boys —a quienes Trump pidió que “esperaran y se mantuvieran atentos” durante el debate presidencial en septiembre— y los Three Percenters, unto al fascista Alex Jones. El neonazi Andrew Anglin, uno de los organizadores del mitin “Unamos a la Derecha” de 2017 en Charlottesville, Virginia, llamó el mitin una “victoria masiva”. Nick Fuentes, un antisemita abierto, también se pronunció, junto a la congresista electa republicana, Marjorie Taylor Greene, una simpatizante de la organización fascista QAnon.
La manifestación representa una intensificación de los esfuerzos de Trump para desarrollar un movimiento de ultraderecha y fascistizante. Tales fuerzas, junto con las capas fascistizantes de la policía y el aparato estatal, están siendo utilizadas para aplicar la campaña homicida de la clase gobernante en respuesta a la pandemia y el crecimiento de la oposición social en la clase obrera. El Partido Demócrata ha evitado deliberadamente criticar que Trump se está identificando abiertamente con fuerzas fascistas al respaldar el evento.
Es necesario hacer esta advertencia: Trump seguirá siendo presidente, la cabeza del poder ejecutivo en Estados Unidos, por 65 días más, y la situación política puede virar en distintas direcciones. Si fuere expulsado del cargo, Trump está creando una narrativa de que fue “apuñalado en la espalda”, que las elecciones fueron ilegítimas y que él sigue siendo el presidente legítimo.
Sobre todas las cosas, los demócratas, un partido de Wall Street y el ejército, se oponen a cualquier cosa que desate resistencia popular y oposición desde abajo. Presenta las acciones de Trump como si fueran meramente una “rabieta” personal y no una amenaza mortalmente seria de que tumbará lo que queda de gobierno democrático en Estados Unidos. Más allá, como lo demuestra el rechazo rápido de los comentarios de Osterholm, se oponen a las medidas necesarias para detener la propagación de la pandemia.
El foco principal de la crítica de los demócratas a Trump en torno a su negativa a conceder la elección no es su incitación de la violencia fascistizante ni su impulso para establecer una dictadura personalista, sino que se quejan de que Trump está socavando la “seguridad nacional”, es decir, los intereses del imperialismo estadounidense.
El New York Times, el principal medio de prensa del Partido Demócrata, ha publicado una serie de comentarios y editoriales sobre este tema durante la última semana. En un editorial publicado el 11 de noviembre, el Times atacó a los republicanos por “tolerar la rabieta del Sr. Trump” en cuanto a las elecciones, advirtiendo que esto “tiene implicaciones serias para la seguridad nacional”. El Times concluyó que su “comportamiento errático está creando una oportunidad preocupante que los adversarios extranjeros de EE.UU. pueden aprovechar”.
Mientras Trump intensifica su incitación de violencia, los demócratas están llamando a la unidad con los facilitadores de Trump en el Partido Republicano. Según un reporte en Político, Biden se ha acercado al exsecretario de Defensa de Trump Jim Mattis “sobre asistirlo con la transición en el Pentágono y posiblemente servir en la nueva Administración” a fin de “construir un equipo directivo efectivo y bipartidista en el Departamento de Defensa”.
Hace diez días, inmediatamente después de los comicios, el WSWS llamó la atención a las declaraciones iniciales de Biden de que era necesario “dejar atrás la retórica brusca de la campaña” y “dejar de tratar a nuestros oponentes como enemigos”. Como explicamos, “los comentarios de Biden dejan claro cómo los demócratas abordarán el conflicto político en las próximas semanas. Harán todo lo posible para bloquear la oposición popular masiva a las conspiraciones de Trump. Los demócratas quieren evitar la aparición de una oposición a Trump que amenace los intereses de Wall Street y el imperialismo estadounidense”.
Esto es lo que está sucediendo ahora. Es posible derrotar las conspiraciones de la élite gobernante, pero esto requiere que los trabajadores entren en acción de forma independiente. Una lucha auténtica contra Trump solo puede desarrollarse en oposición a los demócratas.
La lucha contra la amenaza de una dictadura fascista y la lucha contra la política de “inmunidad colectiva” de la clase gobernante deben emprenderse en forma de una lucha contra toda la oligarquía financiero-corporativa y todo el sistema capitalista. Esto requiere que la clase obrera tome el poder en sus propias manso y reestructure la vida económica con base en la igualdad y el socialismo.
(Publicado originalmente en inglés el 16 de noviembre de 2020)