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Ponencia en la Escuela de Verano de 2021 del PSI

La mentira del laboratorio de Wuhan: ¿A quién hay que achacarle la pandemia de COVID-19?

La siguiente ponencia tuvo lugar en la escuela de verano de 2021 del Partido Socialista por la Igualdad (EEUU), que se celebró del 1 al 6 de agosto de, y estuvo a cargo de Andre Damon, escritor del World Socialist Web Site . Damon ha escrito extensamente sobre la pandemia en los EEUU y a escala internacional. Todas las ponencias más importantes de la escuela están siendo publicadas en el WSWS. El texto del discurso sigue debajo del vídeo.

¿A quién hay que achacarle la pandemia de COVID-19? Una ponencia de Andre Damon en la Escuela de Verano del PSI de 2021

Introducción

El segundo debate en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020, que tuvo lugar el 22 de octubre de 2020, estuvo dominado por la pandemia de COVID-19. El candidato demócrata Joe Biden condenó la respuesta de Donald Trump a la enfermedad en una acusación incontestable del presidente en ejercicio.

'Murieron 220.000 estadounidenses. Si usted no escucha nada más, digo esta noche, escuche esto... Quienquiera que sea responsable de tantas muertes no debería seguir siendo presidente de los Estados Unidos de América'.

'Hay más de 70.000 nuevos casos por día', continuaba Biden. 'El hecho es que cuando sabíamos que venía, cuando golpeó, ¿qué sucedió? ¿Qué dijo el presidente? Dijo, 'No se preocupen. Va a pasar. Habrá pasado para Pascuas. No se preocupen. Tiempo caluroso. No se preocupen''.

Biden añadió que Trump 'dice que estamos aprendiendo a vivir con él. La gente está aprendiendo a morir con él'.

A esta condena de Biden, Trump solo tuvo una respuesta:

No es culpa mía que viniera aquí. Es culpa de China. ¿Y saben qué? Tampoco es culpa de Joe que viniera aquí. Es culpa de China. Impiden que pase al resto de China en gran medida, pero no impidieron que saliera al mundo, incluyendo a Europa y hasta nosotros.

La afirmación de Trump de que hay que culpar a China por la pandemia iba acompañada por la insistencia de que no se haría nada para parar la difusión de la enfermedad. 'No, no vamos a cerrar'.

Un panorama del laboratorio P4 dentro del Instituto de Virología de Wuhan es visto tras una visita del equipo de la Organización Mundial de la Salud en Wuhan en la provincia china de Hubei el miércoles 3 de febrero de 2021. (Foto AP/Ng Han Guan)

Mientras Biden dijo que cualquier presidente que presidiera sobre 220.000 muertes no merecía seguir siendo presidente, bajo su supervisión otras 203.000 personas han muerto. Y la tasa de casos diarios está excediendo con mucho la que era en el momento del debate, con los Estados Unidos registrando de manera rutinaria más de 150.000 casos diarios.

Biden, como Trump, ha intentado declarar superada la pandemia, ha desalentado llevar mascarilla y ha exigido la plena reapertura de negocios y escuelas.

El 13 de mayo, Biden dijo que Estados Unidos se estaba acercando a la 'línea de meta' de la pandemia. Un mes después, dijo: 'Estados Unidos se dirige hacia el verano de una manera dramáticamente diferente al verano del año pasado: un verano de libertad, un verano de alegría, un verano de reuniones y festejos. Un verano de todos los estadounidenses que este país se merece por un largo, largo y oscuro invierno que hemos soportado todos'.

'Quítense la mascarilla, se han ganado el derecho', proclamó Biden.

Tal como Biden ha adoptado los esfuerzos de Trump de terminar con el COVID-19 mediante deseos, de la misma manera está aceptando su corolario: que hay que culpar a China por el masivo número de muertos que se siguen de las políticas de la clase gobernante de la 'inmunidad colectiva'.

Tras la Primera Guerra Mundial, la cuestión de la 'culpa bélica' dominó todos los temas de la política global, desde el Tratado de Versailles, hasta la crisis del Ruhr de 1923, hasta el ascenso de los nazis. ¿Quién tuvo la responsabilidad por los 20 millones de personas que murieron en la Primera Guerra Mundial? La clase gobernante de cada país intentó culpar a sus rivales para desviar la atención de sus propios objetivos bélicos depredadores y sus propios especuladores bélicos.

Así, hoy, la clase gobernante estadounidense busca proyectar su propia culpa por un acto de asesinato social masivo hacia un enemigo externo. Después de la Primera Guerra Mundial, había una pizca de verdad en todas esas acusaciones, porque todos los beligerantes en la guerra imperialista participaron para asegurar sus propios intereses depredadores.

Hoy, la afirmación de que China es responsable de la pandemia es solo una mentira desvergonzada.

Esta charla revisará la cuestión planteada en el título de la famosa novela rusa de Alexander Herzen de los años 1840: ¿A quién hay que culpar? Repasará la respuesta a la pandemia tanto en China como en los Estados Unidos —la verdadera historia de la pandemia— y refutará el mito de la responsabilidad de China por la masiva cifra de muertos en los Estados Unidos, colocando la culpa donde tiene que estar: totalmente en el capitalismo estadounidense.

La respuesta a la pandemia en China

El 20 de enero de 2020, una delegación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo una visita sobre el terreno a Wuhan para averiguar cuál fue la respuesta a la pandemia. Los hallazgos explican cómo China fue capaz de suprimir en gran medida la pandemia mediante un programa masivo para contener el COVID-19. Hasta la fecha, menos de 4.636 personas han muerto en China por la pandemia —aproximadamente la cantidad que sucumbió al COVID-19 en los EEUU el 12 de enero de 2021.

El informe decía:

Ante un virus previamente desconocido, China ha desplegado quizás el esfuerzo para la contención de una enfermedad más ambicioso, ágil y agresivo de toda la historia...

Lograr la excepcional cobertura de China con la adhesión a estas medidas de contención solo ha sido posible debido al profundo compromiso del pueblo chino con la acción colectiva ante esta amenaza común.

A nivel individual, el pueblo chino ha reaccionado a este brote con valentía y convicción. Han aceptado y han adherido a las medidas de contención más rígidas —ya sea la suspensión de reuniones públicas, el consejo de 'quedarse en casa' durante un mes o las prohibiciones de viajar. A lo largo de unos 9 intensos días de visitas a instalaciones en toda China, en francas discusiones desde el nivel de movilizadores de comunidad local y proveedores sanitarios de primera línea hasta los más importantes científicos, gobernadores y alcaldes, la Misión Conjunta quedó impactada por la sinceridad y dedicación que cada uno trae a esta respuesta al COVID-19.

El abordaje valiente de China a la rápida extensión de este nuevo patógeno respiratorio ha cambiado el rumbo de una epidemia mortal que se intensificaba rápidamente... El declive en casos de COVID-19 en China es real.

La Misión Conjunta estima que este verdadero enfoque de todo el gobierno y de toda la sociedad que se ha estado adoptando en China ha impedido o al menos aplazado cientos o miles de casos de COVID-19 en el país. Por extensión, la reducción que se ha logrado en la fuerza de los contagios de COVID-19 en China también ha desempeñado un papel significativo en proteger a la comunidad mundial y crear una primera línea más fuerte de defensa contra su extensión internacional.

Pero el informe proseguía advirtiendo:

Gran parte de la comunidad global todavía no está dispuesta, mental ni materialmente, a implementar las medidas que se han empleado para contener el COVID-19 en China. Estas son las únicas medidas que se ha demostrado actualmente que interrumpen o minimizan las cadenas de transmisión en los humanos. Es fundamental en estas medidas la vigilancia extremadamente proactiva para detectar casos inmediatamente, un diagnóstico muy rápido y el aislamiento inmediato de casos, un rastreo riguroso y poner en cuarentena a los contactos cercanos, y un grado excepcionalmente alto de comprensión y aceptación de estas medidas por parte de la población.

La respuesta de los EEUU a la pandemia

El 24 de enero de 2020, la Comisión de Sanidad del Senado y la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado dieron información a puertas cerradas a todos los senadores sobre el brote de COVID-19. Personal de la Comisión le contó al WSWS que no se han mantenido registros públicos sobre el contenido o la asistencia a esa reunión. Sin embargo, noticias de la prensa indican que el Director de Inteligencia del Senado, Richard Burr, y el senador Kelly Loeffler estuvieron allí.

Al salir de la audiencia, el doctor Anthony Fauci les dijo a los periodistas, 'No creo que esto sea algo de lo que el público estadounidense tenga que preocuparse o temer'. Añadió, 'Creo que el riesgo es muy bajo actualmente en Estados Unidos'.

Lo que sea que se haya dicho en privado en la audiencia, Loeffler no se quedó con el mismo mensaje qye Fauci comunicó en público. Nada más terminar la audiencia, Loeffler se puso a vender acciones en la primera de 29 transacciones bursátiles que duraron varias semanas. Aunque se deshizo de acciones que habían perdido valor, compró acciones de la empresa de reuniones en línea Citrix —la que hace Gotomeeting y Gotowebinar— cuyos negocios florecieron durante la pandemia.

El 27 de febrero, Burr le dijo en secreto a un grupo de enterados pudientes de Washington en un club privado conocido como Tar Heel Circle, quien pagó hasta $10.000 al año por ser miembro, que la pandemia sería mucho más severa de lo que se le estaba diciendo al público. 'Una cosa te puedo decir sobre esto: Es mucho más agresivo en su transmisión que cualquier cosa que hayamos visto en la historia reciente', dijo, según una grabación secreta de esos comentarios obtenida por la Radio Pública Nacional. 'Probablemente se parezca más a la pandemia de 1918'.

Estas declaraciones contradecían categóricamente el tono de un artículo de opinión que Burr escribió apenas tres días antes, en el que declaraba que los EEUU estaban 'mejor preparados que nunca antes' para responder a una pandemia. Burr ulteriormente renunciaría como director de la Comisión de Inteligencia del Senado como respuesta a alegaciones de que vendió acciones basándose en la información interna que recibió.

El Washington Post informó de que los legisladores estaba siendo informados reiterada y extensamente sobre el peligro planteado por la pandemia a lo largo de los dos primeros meses de 2020.

Las agencias de inteligencia estadounidenses estaban dando advertencias siniestras, clasificadas en enero y febrero sobre el peligro global planteado por el coronavirus mientras el Presidente Trump legisladores minimizaban la amenaza y no tomaban ninguna medida que hubiera podido desacelerar la difusión del patógeno.

El artículo continuaba:

Tomados en su conjunto, los informes y las advertencias pintaban una imagen temprana de un virus que mostraba las características de una pandemia que se cernía sobre el mundo, que podría requerir que los gobiernos tomaran medidas rápidas para contenerlo. Pero a pesar del flujo constante de informes, Trump siguió restando importancia en público y en privado a la amenaza que el virus suponía para los estadounidenses. Los legisladores tampoco lucharon en serio contra el virus hasta este mes [es decir, marzo]...

Entre el 31 de enero y el 18 de febrero, Dianne Feinstein, la demócrata más importante de la Comisión de Inteligencia del Senado, vendió acciones por valor de entre $1,5 y $6 millones.

A lo largo del mes de enero, el número de nuevos casos de COVID-19 en la provincia china de Hubei creció firmemente, alcanzando un pico a finales del mes. La ciudad de Wuhan, con su sistema hospitalario totalmente superado, fue puesto en confinamiento, y a los residentes solo se les dejaba salir para hacer la compra.

A principios de febrero, el presidente estadounidense Donald Trump le dijo a Bob Woodward que acababa de mantener una conversación con el presidente chino Xi Jinping, quien le había dado al presidente estadounidense una evaluación clara y franca de los peligros planteados por la pandemia. 'Es algo mortal', dijo Trump. 'También es más mortal que ... hasta la gripe más agotadora ... esto es un cinco por ciento [tasa de mortalidad] versus un uno por ciento y menos de un uno por ciento'.

Esquivando la demagogia anticientífica de sus declaraciones públicas, Trump demostró una comprensión clara y precisa de la enfermedad en su conversación con Woodward. 'Va por el aire, Bob. Eso es siempre más duro que el contacto', dijo Trump, una apreciación plenamente coherente con el consenso científico actual.

Como lo demostró la descripción de Trump de su llamada telefónica con el presidente chino Xi Jinping, las autoridades chinas fueron tan transparentes con los funcionarios estadounidenses como lo fueron con la comunidad de salud pública, precisamente explicando los métodos de transmisión de la enfermedad, su tasa de mortalidad y las medidas necesarias para contenerla.

Ahora sabemos que la transmisión comunitaria generalizada ya estaba ocurriendo en los Estados Unidos a principios de enero. Pero a pesar de la disponibilidad de un test de COVID-19 de la Organización Mundial de la Salud, casi no se hicieron tests en los EEUU durante todo el mes de enero y casi todo febrero, según cifras del Projecto Rastrear el COVID-19.

La decisión de no hacer tests a la población durante los dos primeros meses de la pandemia nunca ha sido convincentemente explicada. Como comentara el Financial Times, Jared Kushner, quien organizó la respuesta a la pandemia de la Casa Blanca tras bastidores 'había estado argumentando que hacerles el test a demasiadas personas, o encargar demasiados respiradores, asustaría a los mercados y simplemente no teníamos que hacerlo'.

Señalando al bajo número de casos reconocidos oficialmente, la administración Trump afirmó que el peligro era bajo, al tiempo que desalentaba al público a que tomara medidas de distancia social vitales que podrían haber parado la extensión de la pandemia.

En contraste, el World Socialist Web Site estaba realizando las advertencias más severas. Escribimos el 28 de febrero:

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional exige una respuesta de emergencia coordinada a nivel mundial a la extensión de la pandemia de coronavirus. La clase trabajadora debe exigir que los gobiernos pongan a disposición los recursos necesarios para contener la difusión de la enfermedad, tratar y cuidar a los contagiados, y asegurar el sustento de los cientos de millones de personas que se verán afectadas por las consecuencias económicas.

Mientras los senadores se deshacían de sus acciones, se seguía sin hacer tests, a pesar de la transmisión comunitaria generalizada en los EEUU. El primer lote de tests de COVID-19 tuvo lugar el 29 de febrero.

A lo largo de los meses de enero y febrero, destacadas figuras del Partido Demócrata guardaron un silencio hermético sobre la pandemia. Esto era coherente con la posición del New York Times, que no escribió ni un solo editorial sobre el tema entre el 29 de enero y el 29 de febrero.

Para mediados de marzo, con la pandemia agobiando completamente a Italia y extendiéndose rápidamente en Nueva York, se volvió imposible mantener esta farsa. Una vez que los EEUU finalmente empezaron a hacer tests a la gente que mostraba síntomas de COVID-19, se volvió innegable que había una transmisión comunitaria generalizada por todo el país.

El 19 de marzo, Trump le dijo al periodista Bob Woodward que estaba llevando a engaño deliberadamente al público estadounidense sobre el peligro. Trump dijo, 'Quería siempre minimizarlo. Todavía me gusta quitarle importancia, porque no quiero crear pánico'.

El 14 de marzo, el Partido Socialista por la Igualdad publicó una declaración titulada '¡Cerrar la industria automotriz para detener la propagación del coronavirus!'. La declaración circuló ampliamente dentro de las plantas automotrices del Medio Oeste estadounidense.

A lo largo de la semana siguiente, una serie de paros espontáneos obligaron al cierre de toda la industria automotriz estadounidense, con Fiat Chrysler anunciando la suspensión de la producción el 18 de marzo. La entrevista de Trump con Woodward tuvo lugar al día siguiente, cuando los mercados financieros estaban cerca de sus mínimos para ese año, después de que el Índice Industrial Dow Jones bajara a cerca de los 10.000 puntos.

La primera votación procedural sobre lo que llegaría a ser la Ley CARES tuvo lugar el 22 de marzo. Después de que fracasara la votación, los futuros del Dow tocaron su límite bajo. Otra votación procedural fracasó el 23 de marzo, después de la cual los mercados alcanzaron su mínimo para el año.

El 25 de marzo, el líder de la Mayoría del Senado, Mitch McConnell, anunció un acuerdo sobre la Ley CARES. El Senado aprobó por unanimidad el proyecto de ley esa tarde y la Cámara siguió con una votación de viva voz no registrada. La ley fue firmada por Trump a solo cinco días de la primera votación procedural.

De la noche a la mañana se juntaron unos $6 billones para rescatar a los mercados financieros, incluyendo aproximadamente $4 billones de la Reserva Federal.

El mismo día que la primera votación procedural para la Ley CARES, y a solo una semana del comienzo de los confinamientos masivos, el columnista del New York Times Thomas Friedman publicó 'Un plan para hacer que Estados Unidos vuelva a trabajar', argumentando a favor de dejar que el virus cause estragos en toda la población y una política de 'inmunidad colectiva'.

En cuestión de días, Trump empezó a defender el abandono de las medidas básicas de contención bajo la consigna, acuñada por Friedman, de que 'La cura no puede ser peor que la enfermedad'. Esta campaña llevó a la Casa Blanca a publicar un conjunto de pautas titulado 'Abriendo Estados Unidos de nuevo'.

Aunque estas pautas nominalmente establecen un conjunto de criterios para que los Estados reabran los negocios no esenciales, de hecho envían una señal política de que todas las medidas para contener la enfermedad iban a ser abandonadas. Los gobernadores de todos los Estados procedieron a abrir en violación de las pautas de la propia administración de Trump, incluyendo Estados con gobernadores demócratas donde los casos seguían subiendo.

Deborah Birx, la coordinadora de la respuesta al coronavirus de la Casa Blanca de Trump, recientemente reconoció que la respuesta de los Estados era 'ignorar completamente los criterios de apertura'. Añadió, 'No vi venir que nadie seguiría realmente los criterios programados ... así que cuando llegó el Día de los Caídos fue —fue impactante'.

Pero las acciones de los estados no sorprendieron al World Socialist Web Site. Solo unos días después de la publicación de las pautas, el WSWS escribió:

El anuncio cínico de la administración Trump de un conjunto de 'pautas' fraudulentas que servirán para legitimar una rápida reapertura de los negocios y un regreso forzado al trabajo, en condiciones inseguras, pone fin a cualquier pretensión pública de un esfuerzo sistemático y coordinado dentro de los Estados Unidos para priorizar la salud y proteger la vida humana combatiendo la propagación de la pandemia de COVID-19.

Un año después, no hay que cambiar ni una palabra de este análisis. Con el anuncio de los criterios de reapertura, Birx y Fauci fueron dejados de lado en gran medida, pasando semanas sin hablarle a Trump, reemplazados por el ideólogo derechista y defensor de la inmunidad colectiva, Scott Atlas.

Como le dijo a la CNN el 'zar de prueba' de Trump, Brett P. Giroir: 'La posición del Dr. Atlas es que más o menos dejemos que vaya en la población sana para crear inmunidad colectiva'. Giroir añadió que Atlas y los que piensan como él creían que cualquier medida para contener la enfermedad era 'comprometer la economía estadounidense, el estilo de vida estadounidense. En su mente, todas esas cosas tenían más peso que las bajas'.

O, como dijo un miembro del personal de la Casa Blanca, 'Queremos que se infecten'.

En una entrevista con la CNN, Birx admitió que casi medio millón de muertes en los Estados Unidos eran evitables. En sus palabras: 'La primera vez, tenemos una excusa, hubo unas 100.000 muertes que vinieron de esa búsqueda original; todo el resto, me parece, se podría haber mitigado o disminuido sustancialmente'.

Biden y la pandemia

Durante meses, Biden ha estado utilizando la afirmación de que la gente vacunada está plenamente protegida contra el COVID-19 para justificar el abandono del uso de la mascarilla y los requerimientos de distancia social, a pesar de que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) tenían acceso a datos que demostraban contundentemente lo contrario. 'Quítense la mascarilla, ustedes se han ganado el derecho', dijo Biden en junio.

El 13 de mayo, los CDC revirtieron su directiva respecto al uso de la mascarilla, instando a la gente vacunada a dejar de llevar la mascarilla y a omitir la distancia social en zonas concurridas. 'Quienquiera que esté totalmente vacunado puede participar en actividades bajo techo y al aire libre, pequeñas o grandes, sin llevar la mascarilla ni distancia física', dijo el director de los CDC, Rochelle Walensky.

Las declaraciones de los CDC motivaron el abandono casi total de la mascarilla en los Estados Unidos. Al cabo de unos días, los negocios dejaron de exigir la obligatoriedad de la mascarilla, mientras que el público vacunado, desinformado por los CDC, se quitaba la mascarilla y reducía la distancia social.

Al mismo tiempo, los CDC dejaron de monitorizar contagios de progreso entre personas vacunadas en una acción que el epidemiólogo Eric Feigl-Ding llamó 'negligencia y abanono de sus obligaciones'.

La promoción deliberada de consejos falsos por parte de las autoridades sanitarias estadounidenses ayudó a impulsar un resurgir masivo de la pandemia, con casos que ahora se elevan un 50 por ciento por semana.

Evaluando la respuesta de los EEUU a la pandemia

En febrero de este año, el BMJ (antes, British Medical Journal) publicó un editorial que acusaba a los gobiernos del mundo de 'asesinato social' en su respuesta colectiva a la pandemia.

'Asesinato', empieza el editorial, 'es una palabra emotiva. En derecho, requiere premeditación. La muerte tiene que ser considerada ilegal. ¿Cómo podría aplicarse 'asesinato' a no responder a una pandemia?'. El BMJ prosigue y argumenta que el término es enteramente adecuado:

Cuando los políticos y los expertos dicen que están dispuestos a permitir decenas de miles de muertes prematuras en interés de la inmunidad de la población o con la esperanza de apuntalar la economía, ¿acaso no es eso indiferencia premeditada e imprudente hacia la vida humana? Si los fracasos de las políticas llevan a confinamientos repetidos y a destiempo, ¿quién es responsable de las muertes excesivas resultantes no por COVID-19? Cuando los políticos desprecian a propósito el consejo de los científicos, la experiencia internacional e histórica, y sus propias estadísticas y modelos alarmantes porque actuar va contra su estrategia política, ¿es eso legal? ¿Lo es la inacción, la acción?

'Por lo menos', escribe el BMJ, 'el COVID-19 podría clasificarse como 'asesinato social'', señalando al uso del término por parte del dirigente socialista Federico Engels al 'describir el poder político y social que tenía la élite gobernante sobre las clases trabajadoras en la Inglaterra del siglo XIX'.

Esta es la realidad de la pandemia, que lleva consigo de manera inevitable la conclusión de que la clase gobernante es culpable de un enorme crimen contra la población. Es esta culpa lo que obliga a la falsificación de la historia de la pandemia.

La génesis de la mentira sobre el laboratorio de Wuhan

La teoría conspirativa del 'laboratorio de Wuhan' fue creada en enero de 2020 por el fascista Steve Bannon —principal director ejecutivo de la campaña electoral de 2016 de Trump y antiguo principal estratega de la Casa Blanca— y los aliados de Bannon entre emigrados chinos derechistas como Miles Guo, quien dijo, en palabras del consejero de Trump, Peter Navarro, que el COVID-19 era un virus 'utilizado como arma'.

A mediados de enero de 2020, el 'disidente' chino basado en los EEUU, Wang Dinggang, que transmite en mandarín como Lude, parece haber originado la afirmación de que el COVID-19 'había sido soltado deliberadamente por el Partido Comunista Chino', según el New York Times. Wang Dinggang es socio de Steve Bannon, Miles Guo y el antiguo alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani.

El 25 de enero de 2020, 'G News', el sitio de noticias operado por Miles Guo, el socio empresarial de Bannon, publicó un artículo que afirmaba que 'la fuente real del coronavirus es 'un laboratorio en Wuhan' vinculado a sus programas encubiertos de armas biológicas'. Según todas las indicaciones, esta publicación es la primera afirmación categórica de ello disponible en inglés.

También el 25 de enero de 2020, Bannon lanzó el podcast 'War Room' sobre la pandemia, que se volvería una piedra angular del movimiento fascista alrededor de Trump.

En el primer episodio del podcast, grabado el 25 de enero, Bannon invitó al columnista del Washington Times Bill Gertz para hablar de la teoría del 'laboratorio de Wuhan'. Bannon le pregunta, 'Bill, podrías resumir brevemente el artículo tuyo de ayer', lo que implica que Bannon tenía conocimiento previo del artículo de Gertz dos días antes de que fuera publicado.

El 26 de enero de 2020, Gertz publicó en el Washington Times el informe que le había descrito a Bannon, citando al teniente coronel Dany Shoham, un funcionario israelí de inteligencia.

El 31 de enero de 2020, el ultraderechista Epoch Times, asociado con el movimiento religioso Falun Gong, publicó un artículo titulado '¿Le salió por la culata a China el plan para destruir los Estados Unidos?'. El artículo decía que el Partido Comunista chino consideraba que las armas biológicas eran las armas más importantes para lograr su objetivo de 'limpiar a Estados Unidos'. Concluía: 'Es altamente probable que el organismo 2019-nCoV sea una versión transformada en arma del NCoV descubierto por médicos saudíes en 2012'.

El 3 de mayo de 2020, el secretario de Estado Mike Pompeo declaró que había 'enormes pruebas' de que el virus se había originado en un laboratorio de Wuhan, y añadía, 'Recuerden, China tiene una historia de infectar al mundo'.

En una entrevista separada el mismo día, el consejero de la Casa Blanca, Navarro, declaró que China 'sembró en el mundo lo que seŕia la pandemia'. Navarro llamó al COVID-19 un 'virus utilizado como arma'.

El 14 de abril de 2020, el columnista del Washington Post Josh Rogin publicó un artículo de opinión dando el imprimátur del diario a las afirmaciones falsas de la administración Trump de que el COVID-19 surgió de un laboratorio. Hasta ese momento desestimada como una teoría conspirativa derechista, el artículo de Rogin estableció la mentira del laboratorio de Wuhan como parte del discurso político oficial en los Estados Unidos.

Bajo el titular, 'Cables del Departamento de Estado advertían de asuntos de seguridad en un laboratorio de Wuhan que estudiaba coronavirus en murciélagos', Rogin escribió, 'Un veterano funcionario de la administración me dijo que los cables dan una prueba más del apoyo a la posibilidad de que la pandemia sea el resultado de un accidente en un laboratorio de Wuhan'.

De manera reveladora, cuando el cable diplomático en su totalidad mencionado por Rogin fue publicado en julio, el propio Post concluyó, 'El cable completo no fortalece la afirmación de que un accidente en el laboratorio causó que el virus se escapara'. Cualquier lectura del cable deja claro que no dice nada como la interpretación de Rogin.

El 5 de mayo de 2021, la teoría fue refinada y se le dio una presentación pseudocientífica por parte de Nicholas Wade, quien, en un artículo publicado en el Bulletin of the Atomic Scientists, presentaba una narrativa en la que científicos estadounidenses y chinos crearon el SARS-CoV-2 mediante experimentos de 'obtención de funciones' en el Instituto de Virología de Wuhan.

La narrativa de Wade fue aceptada por el New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal, todos los cuales publicaron editoriales o destacados artículos de opinión citando a Wade sin explicar sobre sus antecedentes. Según Wade, importantes científicos estadounidenses, chinos y de otros países colaboraron en secreto en investigaciones de 'obtención de funciones', soltaron el virus, y luego encubrieron el incidente de manera tan efectiva que no se pueden encontrar pruebas de la conspiración hasta el día de hoy.

Luego, el 23 de mayo de 2021, el Wall Street Journal publicó un artículo titulado 'Información sobre personal enfermo en el laboratorio de Wuhan alimenta el debate sobre el origen del COVID-19'. Citando a 'funcionarios actuales y pasados', que no nombra, afirmaba que investigadores del Instituto de Virología de Wuhan 'fueron al hospital en noviembre de 2019, poco antes de confirmar el brote' de COVID-19.

El 25 de mayo de 2021, el Washington Post publicó una columna de 'comprobación de hechos' de Glenn Kessler bajo el titular, 'Cómo la teoría de la filtración del laboratorio de Wuhan de repente pasó a ser creíble'. El artículo intentaba presentar la aceptación de los medios estadounidenses de una teoría conspirativa derechista como razonable y lógica.

A los pocos días, el 26 de mayo, el presidente Joe Biden exigió a la Comunidad de Inteligencia que investigue si el COVID-19 surgió 'en un accidente de laboratorio' y 'volver a informarme en 90 días'.

Racismo contra los asiáticos y la mentira del laboratorio de Wuhan

Nicholas Wade, el principal ideólogo de la 'teoría' del laboratorio de Wuhan, es un ideólogo racista, que ha argumentado que los 'judíos están adaptados al capitalismo'. Los escritos anteriores de Wade han sido aceptados por el neofascista Nick Fuentes y el antiguo Gran Mago del KKK, David Duke.

Hay una tendencia subyacente profundamente racista en toda la narrativa.

El doctor Kevin Kumashiro, exdecano de la Escuela de Educación de la Universidad de San Francisco, comenta:

Asociar una enfermedad con un país o una raza en particular tiene serias consecuencias. Desde principios de los años 1800 a principios de los años 1900, se acusó a inmigrantes chinos —y a veces japoneses— en los EEUU de traer y difundir la peste bubónica, el cólera, la viruela, sífilis, tracoma, e incluso desviaciones sexuales. El resultado de tales creencias fue la segregación en las escuelas, la destrucción sistemática de hogares y propiedades, y restricciones a la inmigración.

Ahora, el temor al Peligro Amarillo ha adoptado la forma de acusaciones de que China está comprometida en una guerra bacteriológica diseminando a propósito el COVID-19 para debilitar la economía de otros países, particularmente la de los EEUU.

Atacando a China y a gente de origen asiático invocando las largas historias de enfermedades racializadas sirve efectivamente para desviar la atención de los fracasos de la administración Trump en abordar la pandemia actual.

Ahora la demonización de China por parte de los medios y Trump por su supuesta responsabilidad por la pandemia de COVID-19 ha causado una oleada de violencia contra estadounidenses asiáticos.

El 11 de marzo de 2021, la Comisión Judicial de la Cámara mantuvo una audiencia sobre 'Discriminación y violencia contra estadounidenses asiáticos'.

La audiencia observó que el 80 por ciento de los estadounidenses asiáticos dijo que la violencia contra ellos está subiendo. Un tercio temía que alguien le amenazara o lo atacara físicamente, un cuarto estaba sometido a calumnias o chistes raciales, y a un sexto le dijeron que se fuera a su país de origen o que era culpable de la pandemia.

La declaración de apertura de la audiencia por el dirigente republicano de la comisión, el Representante por Texas, Chip Roy, fue una diatriba racista y una incitación a la violencia abierta. Refiriéndose a los chinos como 'Chi-Coms', un insulto racial, Roy declaró, 'Creo que ellos son los malos'.

Añadió, 'Esa es la realidad de lo que tiendo a referir como Chi-Coms. Y no voy a avergonzarme por decir que me opongo a los Chi-Coms'. Invocó favorablemente el legado de la ley del linchamiento en Estados Unidos, declarando, 'Hay dichos viejos en Texas sobre ir a buscar todas las cuerdas de Texas y conseguir un roble alto'.

El mes pasado, la congresista fascista Marjorie Taylor Greene exigió abiertamente la limpieza étnica, declarando, 'Echaría de este país a todos los chinos que son leales al PCC. Se irían. No me importa quiénes sean'.

Este tipo de racismo no se limita a los republicanos. En septiembre de 2019, un editorial del Washington Post apoyaba un informe de la Institución Hoover agitando por la exlusión de estudiantes y profesores de etnia china. La Institución Hoover escribió: 'Oficiales de Beijing han declarado claramente que no ven a los chinos de ultramar como simples ciudadanos de países extranjeros', sino más bien como 'compatriotas de ultramar', que tienen tanto conexiones históricas como responsabilidades como 'hijos e hijas del Emperador Amarillo'.

Científicos refutan la mentira

La mentira del laboratorio de Wuhan se deshace ante todo lo que se sabe de los orígenes del COVID-19. Dan Samorodnitsky, un bioquímico y veterano editor de Massive Science, comparó el origen natural versus la 'teoría' de la filtración de un laboratorio como sigue:

Una hipótesis requiere un encubrimiento colosal y la conformidad callada, inquebrantable y a prueba de filtraciones de una vasta red de científicos, civiles, y funcionarios del gobierno por más de un año. La otra requiere solo que la biología se comporte como siempre lo ha hecho, que una familia de virus que ha hecho esto lo vuelva a hacer. La hipótesis del derrame zoonótico es simple y lo explica todo. Es mala práctica científica pretender que una idea tiene tanto mérito como la otra. La hipótesis de la filtración de un laboratorio es un deus ex machina científico, un atajo narrativo que señala a un conjunto específico de malos actores.

Hasta la fecha, la respuesta más sucinta a la narrativa promovida por Nicholas Wade es un artículo publicado por Edward Holmes de la Universidad de Sydney y el profesor Andrew Rambaut de la Universidad de Edinburgo. Entre los coautores están la viróloga de la Universidad de Georgetown, doctora Angela Rasmussen y Kristian G. Andersen, director de Genómica de Enfermedades Infecciosas en el Instituto Traslacional de Investigación Scripps.

El artículo empieza notando que se ha demostrado definitivamente que la transferencia de enfermedades animales a humanos ha causado casi todas las pandemias anteriores:

SARS-CoV-2 es el noveno coronavirus documentado que infecta a humanos y el séptimo identificado en los últimos 20 años. Todos los coronavirus humanos anteriores tienen origen zoonótico, como la gran mayoría de los virus humanos.

El artículo añade:

El surgimiento del SARS-CoV-2 lleva varias marcas de estos eventos zoonóticos anteriores. Muestra parecidos claros con el SARS-CoV que pasó a los humanos en Foshan, provincia de Guangdong, China, en noviembre de 2002, y de nuevo en Guangzhou, provincia de Guangdong, en 2003.

'Nuestro análisis cuidadoso y crítico de los datos disponibles actualmente no dan ninguna prueba de la idea de que el SARS-CoV-2 se originara en un laboratorio', dijo Holmes. Más bien, él y los coautores argumentan que 'hay un cuerpo sustancial de pruebas científicas que apoyan el origen zoonótico del SARS-CoV-2'.

El artículo también dice:

No hay pruebas de que ninguno de los casos anteriores tuviera nada que ver con el Instituto de Virología de Wuhan [IVW] en contraste con los claros vínculos epidemiológicos con mercados de animales en Wuhan, ni pruebas de que el IVW poseyera o estuviera trabajando en un progenitor del SARS-CoV-2 antes de la pandemia.

Los autores comentan además que el virus SARS-CoV-2 no se parece a ningún virus que teóricamente pueda ser utilizado como 'columna vertebral' para crear nuevos virus.

Su artículo explica, 'Bajo cualquier escenario de una fuga de un laboratorio el SARS-CoV-2 tendría que haber estado presente en un laboratorio antes de la pandemia, pero no existen pruebas para apoyar tal noción y no se ha identificado ninguna secuencia que pudiera haber servido como precursora'.

Los científicos observan también que aunque la investigación de 'obtención de función' típicamente se lleva a cabo en ratones de laboratorio, el virus no está bien adaptado a roedores, lo que indica que el 'SARS-CoV-2 es altamente improbable que haya sido adquirido por trabajadores de laboratorio a lo largo de la patogénesis viral o en experimentos de obtención de función'.

Su artículo añade que 'desde su surgimiento, el SARS-CoV-2 ha experimentado repetidas extensiones de mutaciones que han aumentado la aptitud viral', refutando la afirmación de que el COVID-19 estaba de alguna manera optimizado originalmente para infectar a los seres humanos. 'Combinados, estos hallazgos muestran que no se requería ninguna 'pre-' adaptación humana específica para el surgimiento o la difusión temprana del SARS-CoV-2, y la afirmación de que el virus ya estaba altamente adaptado a un anfitrión humano ... no tiene validez'.

El 30 de marzo de 2021, la Organización Mundial de la Salud publicó su informe provisorio sobre el origen del COVID-19. Desestimaba de plano la afirmación de que el COVID-19 fuera creado como arma biológica, y concluía que eso 'ha sido descartado por otros científicos siguiendo los análisis del genoma'.

La OMS consideró la posibilidad de la fuga de un laboratorio. Pero desestimó esta posibilidad como 'extremadamente improbable', declarando, 'No hay registros de virus estrechamente relacionados con el SARS-CoV-2 en ningún laboratorio antes de diciembre de 2019, ni de genomas que combinados puedan dar el genoma del SARS-CoV-2'.

El WSWS expone la mentira sobre el laboratorio de Wuhan

Aunque el papel dirigente en exponer la pseudociencia promocionada por Wade lo desempeñó el equipo de la OMS que investigó los orígenes del COVID-19, incluyendo a Peter Dazak y a Ralph Baric, y a científicos tales como Kristian G. Andersen y Angela Rasmussen, el World Socialist Web Site desempeñó un papel crítico en exponer las mentiras presentadas en los principales medios estadounidenses para darle publicidad.

El WSWS fue la única publicación que expuso el papel de Steve Bannon y Miles Guo después de la declaración del Washington Post de que la teoría de la fuga de un laboratorio era 'creíble'. Peter Dazak, el principal blanco de la teoría conspirativa del laboratorio de Wuhan, agradeció al WSWS por su cobertura del tema. Cuando Dazak fue atacado por sus declaraciones, dijo, '¡La última vez que lo comprobé habíamos dejado atrás a McCarthy en los EEUU!'.

Aunque la presentación de los medios corporativos de la teoría del laboratorio de Wuhan era totalmente acrítica respecto a Nicholas Wade, el WSWS expuso el papel de Wade como falsificador en serie e ideólogo racista. Desde la publicación de nuestro artículo, Wade no ha sido citado ni una sola vez por el New York Times, el Washington Post o el Wall Street Journal.

El WSWS expuso que Michael Gordon, el autor del artículo arriba citado de mayo de 2021 en el Wall Street Journal que afirmaba que investigadores del Instituto de Virología de Wuhan habían sido hospitalizados poco antes del brote de COVID-19, era coautor junto a Judith Miller del artículo de septiembre de 2002 del New York Times que afirmaba falsamente que Saddam Hussein estaba intentando conseguir tubos de aluminio para crear armas nucleares. Nuestro artículo fue compartido por Dazak, así como por periodistas de Nature News, Forbes, el Sydney Morning Herald, el Wire (de la India) y muchos otros medios.

Fue tuiteado por el viceministro de propaganda de China, el vicedirector del Departamento de Información del Ministerio de Asuntos Exteriores de China (tres veces), y por el exjefe de la Comisión de Asuntos Extranjeros de la Duma de Estado rusa.

Nuestra refutación de la mentira sobre el laboratorio de Wuhan fue citada extensamente por la agencia de noticias Xinhua, que citó al WSWS diciendo, 'A más de un año de la pandemia, se proponen estas teorías infundadas en toda la prensa corporativa como parte de una campaña internacional coordinada para desviar el peso de la culpa por la pandemia de la respuesta desastrosa de las élites gobernantes contra el contagio y tirársela a la cabeza al gobierno chino y a los científicos chinos'.

La censura al WSWS

La refutación del WSWS de la mentira del laboratorio de Wuhan motivó uno de los actos más duros de censura hasta el momento contra nuestro movimiento.

El 25 de febrero de 2021, Facebook impidió que sus usuarios compartieran la columna de Perspectiva del World Socialist Web Site, 'La teoría conspirativa del Washington Post sobre el 'laboratorio de Wuhan' está expuesta'.

Facebook impidió que cualquier persona compartiera el artículo del WSWS, afirmando que 'va contra los estándares de nuestra comunidad', declarando que el artículo incluía 'información falsa que ha sido desmentida muchas veces'.

Muchos escritores y lectores del WSWS recibieron advertencias o les suspendieron la cuenta.

El 1 de mayo de 2021, Facebook notificó a sus usuarios que el mismo artículo del WSWS, 'La teoría conspirativa del Washington Post sobre el 'laboratorio de Wuhan' está expuesta', había sido censurado inadecuadamente, sin dar ninguna explicación seria.

Seguimos estando censurados en el foro sobre el coronavirus de Reddit así como en la sección de noticias mundiales y política de Reddit. Y Google sigue su intervención para enterrar al WSWS y otras publicaciones de izquierdas en los resultados de las búsquedas.

El papel de la pseudoizquierda

La totalidad de la 'izquierda' de clase media calló acerca de la censura al WSWS por parte de Facebook por su refutación de la mentira sobre el laboratorio de Wuhan. Pero con la publicación del artículo de Michael Gordon en mayo de 2021 en el Wall Street Journal, sectores significativos de la 'izquierda' de clase media pasaron a aceptar abiertamente la mentira.

El más destacado defensor de esta teoría conspirativa entre las figuras que antes eran asociadas con la 'izquierda' es Glenn Greenwald, quien trabajara para oscurecer los paralelos entre la mentira del laboratorio de Wuhan y las mentiras de la administración Bush sobre las 'armas de destrucción masiva'.

Escribió, 'Parece haber un temor, especialmente en la izquierda, de que la teoría de la filtración del laboratorio es militarista o anti-China. No es verdad por múltiples razones: Los EEUU financiaron la investigación conjunta en Wuhan. ... La verdad es la verdad'.

El escritor de Jacobin, Branko Marcetic, exigió que esta teoría conspirativa sea tratada como legítima. 'La desestimación de llamados a tomar en serio la teoría de la filtración desde un laboratorio basándose en que es una conspiración del gobierno estadounidense para socavar a China no tiene mucho sentido', escribió Marcetic. 'Tampoco estoy convencido de que el hecho de que la teoría fuera cierta sea como lo de las armas de destrucción masiva de Irak'.

Greenwald aclamó a Jon Stewart, quien antes se opusiera a la Guerra de Irak, cuando declaró en directo por televisión que la pandemia de COVID-19 fue 'causada por la ciencia'. Desvarió: 'Hay un nuevo coronavirus respiratorio cogiendo de improviso a Wuhan, China. ¿Qué hacemos? Oh, sabes, ¿a quién podríamos preguntarle? Al laboratorio del nuevo coronavirus respiratorio de Wuhan. La enfermedad tiene el mismo nombre que el laboratorio'.

Stewart y Greenwald expresan una tendencia social más general. Aunque son críticos hacia ciertos aspectos de la política imperialista, su indignación por la Guerra de Irak nunca se arraigó en una orientación hacia la clase trabajadora y la lucha contra el sistema capitalista. Su perspectiva era, fundamentalmente, una de ira de clase media.

Como escribimos después de la diatriba de Jon Stewart:

Los marxistas llevan mucho tiempo señalando al fenómeno de la 'pequeñoburguesía enfurecida', que puede en algunos períodos históricos desplazarse violenta y tajantemente a la derecha.

Ahora Stewart, [Bill] Maher y Greenwald y el estrato social por el que ellos hablan han sido impulsados hacia arriba por poderosas corrientes derechistas en la política contemporánea, desamarrados por una vasta crisis social alrededor de ellos, que ellos no entienden y para la cual no están políticamente preparados.

El propósito social de la mentira

La promoción de esta teoría infundada por los medios estadounidenses puede explicarse solo en base a los intereses socioeconómicos que la impulsan. Como escribió el Consejo Editorial Internacional del World Socialist Web Site en su declaración del 28 de mayo de 2021, La teoría conspirativa del laboratorio de Wuhan: la “gran mentira” del capitalismo estadounidense:

Primero, tiene por objetivo desviar la atención de las acciones de los EEUU y otros gobiernos en implementar políticas que llevan a la muerte a una escala masiva. Mientras el público empieza a recuperarse del impacto abrumador de la pandemia, habrá demandas de explicaciones de por qué murió tanta gente, junto a hacer que los responsables rindan cuentas...

La campaña tiene el objetivo de amenazar, acosar e intimidar a los científicos para que guarden silencio mientras Estados Unidos abandona todas las medidas necesarias para contener la pandemia, a pesar de que los casos suben a niveles récord.

En la medida en que Anthony Fauci y otros científicos han criticado el levantamiento de las restricciones y advirtieran sobre el peligro extremo de la pandemia, se han vuelto un blanco central de la derecha fascista.

La declaración del Consejo Editorial Internacional del WSWS continuaba:

En segundo lugar, la mentira sobre el laboratorio de Wuhan persigue fomentar el odio nacionalista para apoyar el objetivo estratégico central de la administración de Biden: la preparación para un conflicto económico y potencialmente militar con China.

En noviembre, Bloomberg News hizo la siguiente advertencia:

Hay otro factor que la gente detesta discutir (con una excepción). Sí, EEUU ha sido chapucero en su respuesta al COVID-19. Al mismo tiempo, su experiencia muestra que Estados Unidos como país puede de hecho tolerar bajas, de hecho, demasiadas. Llevaba mucho tiempo siendo la doctrina hacia China que los estadounidenses son 'blandos' y no están dispuesots a asumir mucho riesgo. Si fueras un planificador de guerra chino, ¿podrías ahora reconsiderar esa asunción?

Conclusión

Este es el retrato de un orden social enfermo. Conscientemente y a sabiendas, los representantes políticos de la oligarquía financiera estadounidense han tomado medidas que han llevado a la muerte de más de 600.000 personas en Estados Unidos. Una clase gobernante capaz de tales acciones es capaz de cualquier crimen.

Tenemos que llamar a las cosas por su nombre. La administración Biden, como la administración Trump, está aplicando una política de inmunidad colectiva mediante el contagio masivo. Esta es una política que el BMJ ha llamado correctamente 'asesinato social'.

Las proverbiales 'preguntas molestas' de la historia y la literatura rusa son '¿A quién hay que culpar?' —el título de la novela de Herzen— y '¿Qué hacer?' —el título de las obras de Chernyshevsky y de Lenin.

En la pandemia, como en todas las grandes cuestiones históricas, las dos preguntas están íntimamente relacionadas. Quien diga que hay que culpar a China por la pandemia está absolviendo al capitalismo estadounidense de sus pecados, tanto pasados como futuros. Los defensores de la mentira sobre el laboratorio de Wuhan son los defensores de la 'inmunidad colectiva' y del 'aprender a vivir con el virus'.

A un año y medio de una pandemia que solo va de mal en peor, es posible sacar algunas conclusiones definidas y concretas.

'¿A quién culpar?', al capitalismo.

'¿Qué hacer?', abolir el capitalismo.

Las conclusiones son las que sacamos en la primera declaración del Comité Internacional sobre la pandemia, hace un año y medio:

La crisis presente demuestra una vez más que el capitalismo es un sistema económico anticuado y una barrera al progreso humano. El peligro planteado por esta pandemia y las implicaciones catastróficas del calentamiento global demuestran que el sistema capitalista tiene que dejar paso al socialismo mundial.

(Publicado originalmente en inglés el 2021-09-01)

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