El 17 de marzo en Aubervilliers, Emmanuel Macron presentó su programa para las elecciones presidenciales francesas del 10 y el 24 de abril, 2022. Es una llamada para un rearme militar y una profunda austeridad social, guardando silencio sobre la pandemia de la COVID-19 a pesar de la nueva ola de contagios que está desencadenando.
Un examen del programa de Macron confirma que la guerra que la OTAN ha librado contra Rusia en Ucrania desde la invasión rusa representa un intento por las clases dominantes imperialistas de reestructurar drásticamente el mundo. Al presentar su programa, Macron se refirió a la guerra en Ucrania: “El proyecto que les presento hoy obviamente está anclado en el momento que es el nuestro, es decir, el del regreso de la tragedia a la historia”.
Su programa confirma el adagio marxista de que para hacer la guerra contra los rivales extranjeros, la burguesía también hace una guerra contra la clase obrera en su país. En medio de la militarización de Europa, mientras Berlín triplica su presupuesto de defensa este año a 150.000 millones de euros, Macron pide aumentar el presupuesto militar francés a 50.000 millones de euros y fortalecer las fuerzas policiales. Para financiar esto, Macron planea recortar el gasto de las pensiones y prestaciones por desempleo en 50.000 millones de euros.
A pesar de la evocación ritual de la 'soberanía', 'progreso' y 'humanismo', está claro que el empuje de la OTAN hacia una guerra mundial contra Rusia es inseparable de un intento para imponer cambios profundamente regresivos a los trabajadores de toda Europa.
En el frente militar, donde Macron llama a preparar a Francia para “una guerra de alta intensidad”, está acelerando políticas que ya había propuesto o decidido:
• El aumento del presupuesto militar de 40 a 50 mil millones de euros, o el 2 por ciento del Producto Interno Bruto, fue previsto por la ley de planificación militar para 2019-2025 adoptada en 2018.
• La creación de un servicio militar universal fue avalada por una ley aprobada en 2018, cuando estallaron protestas masivas de “chalecos amarillos” contra la desigualdad social.
• La creación de una “guardia nacional” militar para ayudar a las fuerzas policiales dentro de Francia fue planteada por su gobierno, por la candidata neofascista Marine Le Pen y por el candidato de Francia Insumisa Jean-Luc Mélenchon.
Durante su primer mandato, Macron fortaleció enormemente a la policía para asaltar violentamente las huelgas y autorizó al ejército a disparar contra los “chalecos amarillos”. Esta política de militarización interna de Francia está directamente ligada a la preparación para guerras de “alta intensidad”, es decir, guerras como la actual guerra entre la OTAN y Rusia que apuntan a asegurar el lugar del imperialismo francés en una repartición capitalista del mundo.
Macron, ampliamente odiado por los trabajadores durante su primer mandato como “presidente de los ricos”, define su programa social de la siguiente manera: “Consiste en hacer, en los próximos cinco años, lo que hicimos en los últimos cinco”.
De hecho, el programa intensifica los ataques a los trabajadores. En línea con su derogación del Impuesto sobre el Patrimonio durante su primer mandato, Macron quiere €15.000 millones en recortes de impuestos, la mitad de los cuales se destinarán a las empresas. La reducción del seguro de desempleo y, sobre todo, el aumento de la edad de jubilación a 65 años corresponde a reformas impuestas durante su primer mandato, pero que no se atrevió a implementar durante la pandemia por la oposición social masiva.
Otras reformas, sin embargo, corresponden a nuevos ataques grandes dirigidos hacia una transformación reaccionaria de la sociedad. Macron quiere obligar a los beneficiarios de la asistencia social a trabajar de 15 a 20 horas a la semana para recibir los beneficios. Vuelve a su propuesta de enero el dar más “autonomía financiera” a las universidades, la expresión que explicó declarando brutalmente: “No podremos permanecer mucho tiempo en un sistema donde la educación superior prácticamente no tiene precio para casi todos los estudiantes”.
Macron quiere convertir a los desempleados y pobres en mano de obra superexplotada y adoptar el modelo angloamericano de financiación universitaria. En lugar de pagar unos pocos cientos de euros en tasas de matrícula para obtener una educación financiada principalmente con fondos públicos, los estudiantes tendrán que pedir prestados miles de euros cada semestre para pagarlo, terminando sus estudios con una deuda de decenas de miles de euros o más.
Macron también llama a deportar a cualquier solicitante de asilo cuya solicitud sea rechazada, lo que indica que en un segundo mandato continuará con los ataques contra los barrios obreros y las organizaciones islámicas o de inmigrantes llevados a cabo durante su primer mandato.
El programa de Macron ignora efectivamente la pandemia de COVID-19 y ni siquiera menciona el nombre de la enfermedad. Ha infectado a más de 24 millones de personas y a causado 140.000 muertes en Francia y 1,7 millones en Europa e infecta regularmente a unas 100.000 personas al día en Francia mientras que una nueva ola de la variante BA.2 devasta a Europa. El silencio de Macron en su programa indica que planea continuar con la negativa actual de su gobierno de tomar cualquier medida para detener la propagación del virus.
No obstante, está claro que la pandemia ha socavado de forma duradera el capitalismo francés. Los paquetes de estímulo europeos adoptados durante la pandemia enriquecieron a las clases adineradas de Francia por una suma de cientos de miles de millones de euros. Los estados europeos financiaron estas transferencias de dinero a los súper ricos expandiendo masivamente sus deudas, con la deuda de Francia aumentando del 90 por ciento al 115 por ciento del producto interno bruto (PIB). El capitalismo francés está efectivamente en bancarrota, incluso si esto no suele reconocerse, socavado internamente por las obscenas fortunas de sus élites gobernantes.
Las elecciones presidenciales marcan en Francia la crisis histórica del capitalismo que desarrolla a escala mundial con el conflicto de OTAN-Rusia. Mientras que los gobiernos europeos recurrieron a la austeridad después de la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991, se unieron a las guerras de la OTAN en Irak, Yugoslavia, Somalia, Afganistán, Libia, Siria, Malí y más allá. Ahora se perfila una nueva etapa de esta crisis. Las amenazas de la OTAN contra Rusia, una potencia con armas nucleares, van de la mano con giros hacia formas de gobierno militares-fascistas y el empobrecimiento de la clase obrera.
El intento de Macron de culpar de su política militarista a la invasión de Ucrania por parte de las fuerzas rusas es una evasión cínica. La invasión de Ucrania es una acción reaccionaria que divide a los trabajadores rusos y ucranianos. Pero la OTAN jugó un papel central en provocar esta invasión, armando a Ucrania y negándose a ofrecer las garantías de seguridad exigidas por Rusia.
De hecho, Macron denunció esta política poco antes de que comenzara la pandemia de COVID-19, insistiendo en la necesidad de hacer precisamente lo contrario a la política actual de la OTAN. En declaraciones a la revista británica The Economist, criticó la dependencia de las finanzas europeas de la gestión estadounidense del dólar y denunció la política agresiva de la OTAN hacia Rusia.
“Para mí, lo que estamos experimentando es que la OTAN tiene muerte cerebral”, dijo Macron, y agregó: “Que Estados Unidos sea muy duro con Rusia es una forma de histeria administrativa, política e histórica. ... Si queremos construir la paz en Europa, reconstruir la autonomía estratégica europea, debemos reconsiderar nuestra posición con Rusia”.
Ahora, Macron, con “muerte cerebral”, se está alineando con la “histeria política” de Washington contra Rusia, arriesgándose a una guerra nuclear, para intensificar las políticas militaristas y antiobreras que persiguió durante su mandato.
No obstante, el hecho de que Macron ocupe actualmente el primer lugar en las encuestas electorales, con el 31 % de los votos en la primera vuelta, no refleja el apoyo popular hacia sus políticas, sino la quiebra de los candidatos rivales y la esclerosis del gobernante élite francés. Después de décadas de austeridad y guerra por parte del PS y sus satélites de pseudoizquierda, ningún candidato presentado por los medios como de “izquierda” goza de amplio apoyo entre los trabajadores. La oposición de los trabajadores hacia las políticas de guerra por la OTAN y la infección masiva de COVID-19 por Macron no encuentra expresión dentro de un establecimiento político corrupto.
Las elecciones presidenciales no resolverán ningún problema esencial para los trabajadores. Ya sea que gane Macron u otro candidato, se prepara una confrontación explosiva entre la élite gobernante y la clase trabajadora. Los trabajadores sólo podrán defender sus intereses a través de una movilización internacional contra la guerra, la pandemia y el dictado de los bancos, en abierta revuelta contra los aparatos sindicales y en una lucha por el socialismo.
(Publicado originalmente en inglés el 21 de marzo de 2022)
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