El WSWS apoya la campaña de Will Lehman para presidente del UAW. Para más información, visita WillforUAWpresident.org.
Queridos hermanos y hermanas,
Como candidato a presidente del sindicato United Auto Workers (UAW) en Estados Unidos, llamo a los trabajadores de todas las plantas de autopartes y ensamble de autos en México a que apoyen mi campaña. Esta también es su lucha.
Como trabajador de base en la planta armadora de Mack Trucks en Pennsylvania y como socialista, mi campaña no busca reformar el aparato del UAW. Así como los sindicatos charros corruptos y gánsteres en México, el UAW tiene una larga historia de robarse nuestras cuotas y aceptar sobornos mientras impone un contrato vendido tras otro.
Mi campaña no pretende reemplazar a un ejecutivo sindical adinerado con otro, sino abolir la burocracia y recuperar el poder en nuestras manos construyendo comités de base en cada lugar de trabajo.
Sin embargo, el éxito de nuestra lucha contra los charros en ambos lados de la frontera depende de que concentremos nuestras fuerzas por medio de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB).
La pandemia de COVID-19 no solo mostró que un evento puede volcar la vida cotidiana de los trabajadores a varios continentes de distancia y casi inmediatamente. También expuso que las élites gobernantes capitalistas conspiran a nivel global contra los trabajadores para proteger sus ganancias —en este caso, enviándonos de vuelta a plantas inseguras—. Pero lo más importante que demostró esta pandemia global es que solo podemos defender nuestros medios de vida y nuestras vidas luchando unidos.
Cuando los hospitales y morgues comenzaron a llenarse en marzo de 2020, estallaron huelgas salvajes en las plantas automotrices de Europa. Luego, pocos días después de que miles de trabajadores leyeran la declaración “¡Cierren la industria automotriz para detener la propagación del coronavirus!” del Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.)”, se expandieron los paros a EE.UU. y Canadá.
Poco después, los trabajadores de numerosas plantas de autopartes en todo el cinturón industrial del norte de México bajaron sus herramientas. Al obligar el cierre de la industria automotriz en toda Europa y Norteamérica, este movimiento espontáneo salvó decenas de miles de vidas. Sin embargo, no se organizó independientemente, lo que permitió que los Gobiernos y los sindicatos eventualmente derrotaran la resistencia y nos enviaran de vuelta a las fábricas, causando cientos de miles de muertes en la región.
Algunas semanas después de que el Gobierno de Trump ordenó la reapertura de las plantas estadounidenses, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y sus aliados en los llamados sindicatos “independientes” y en los tradicionales hicieron lo mismo. Pero, durante este corto intervalo, se volvió evidente que las plantas automotrices estadounidenses “no pueden reiniciar labores si las suministradoras de partes en México siguen cerradas”, como declaró el Detroit Free Press.
Un director corporativo le comentó al diario que ciertas industrias en Norteamérica, como la automotriz, “han soldado los eslabones de la cadena tan unidos en las últimas décadas que ya no son eslabones de una cadena, sino una biela que no se puede romper”.
Para decirlo claramente, estas gigantes transnacionales no pueden imponernos condiciones inseguras, despidos masivos, recortes salariales, transformaciones agresivas ni acelerar fuertemente el ritmo de trabajo si los trabajadores resistimos internacionalmente. Sin embargo, para combatir el uso patronal del Estado, así como las traiciones y el nacionalismo corrosivo de los sindicatos, los trabajadores debemos establecer vínculos independientes y soldarlos de forma tan unida como “una biela que no se puede romper”.
Los sindicatos y las demás instituciones oficiales en la actualidad defienden la propiedad privada y la explotación capitalista como los “derechos” más sagrados. El beneficio personal sin importar los demás resume su definición de “democracia” y “libertad”. Pero hoy día ningún elemento de la vida moderna se puede defender con una mentalidad de cada uno por su cuenta, ni siquiera de cada fábrica, industria o incluso país por su cuenta.
Por décadas, los sindicatos estadounidenses y canadienses han respondido a la globalización subordinándose completamente a las empresas y amenazándonos con que debemos aceptar recortes interminables o enviarán nuestros empleos a países con salarios más bajos. Mientras tanto, los sindicatos mexicanos han seguido recortando los salarios en términos reales en las plantas automotrices, que siguen promediando unos $2,50 por hora, alegando que deben seguir siendo “competitivos”.
Más recientemente, el UAW y la confederación sindical AFL-CIO, trabajando con el Gobierno estadounidense, se han visto obligados a fingir preocuparse por las condiciones oprimidas de los trabajadores mexicanos. Pero esto solo fue por temor a que su rebelión en ciernes contra los sindicatos charros se expandiera al otro lado de la frontera y se convirtiera en una rebelión contra los sindicatos proempresariales en todo Norteamérica.
Estos temores fueron confirmados inicialmente por las huelgas salvajes de 2019 en Matamoros, donde los trabajadores se organizaron en comités independientes de huelga, celebraron asambleas masivas democráticas, marcharon a la frontera con Texas para llamar a los trabajadores estadounidenses a que se “despierten” e hicieron llamados a una lucha internacional a través del WSWS.
Durante la huelga nacional estadounidense en General Motors en el otoño de 2019, los trabajadores de GM Silao en el centro de México se unieron a varias llamadas en línea con trabajadores automotores de EE.UU. y organizaron una resistencia contra la producción acelerada y las horas extra obligatorias como apoyo a la huelga de sus hermanos en EE.UU.
En comparación, en cada instancia, los mismos ejecutivos de la AFL-CIO que promueven los sindicatos “independientes” y “democráticos” en México arremeten contra “los autos hechos por mexicanos” y utilizan a los trabajadores mexicanos como chivos expiatorios para imponernos contratos vendidos en EE.UU.
Solo podemos defender nuestros intereses independientes como trabajadores —sin importar las ganancias de las empresas ni las migajas que les dan a los oficiales sindicales— si nos organizamos fuera de estas organizaciones procapitalistas y nacionalistas.
Como lo hemos hecho en muchas plantas automotrices y otros lugares de trabajo en EE.UU., los trabajadores en México también necesitan formar comités de base controlados democráticos por los propios trabajadores de cada planta.
No existe ninguna otra fuerza social más poderosa que la clase obrera internacional y todos enfrentamos los mismos desafíos: desde las pandemias a las guerras, la amenaza dictatorial, la inflación, la desigualdad social desenfrenada, la pobreza masiva y la catástrofe ambiental. Al construir consciente y activamente la AIO-CB podremos sentar las bases organizacionales para eliminar la fuente de todas estas problemáticas globales: el sistema de lucro capitalista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 29 de agosto de 2022.)