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Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.)
Las bases históricas e internacionales del Partido Socialista por la Igualdad

Las traiciones del Frente Popular

61. Las evasiones y vacilaciones de las tendencias centristas socavaron la lucha contra el estalinismo bajo condiciones en que la política del régimen soviético había asumido un carácter abiertamente contrarrevolucionario. Luego de haberse opuesto a la llamada de Trotsky por un “frente unido” de los partidos obreros en contra de Hitler en Alemania, los estalinistas se fueron por el camino contrario después de la victoria de los Nazis. En el Séptimo Congreso de la Comintern en 1935, descubrieron un nuevo programa: el “Frente Popular”. Éste abogó, en nombre de la lucha contra el fascismo y la defensa de la democracia, por la formación de alianzas políticas con partidos burgueses “democráticos”. En la práctica, el resultado de esas alianzas fue la subordinación política de la clase trabajadora a la burguesía, a la propiedad privada y al estado capitalista. Si bien fue una catástrofe política para la clase trabajadora, el Frente Popular sirvió los intereses de la burocracia soviética. Al ofrecer los partidos comunistas nacionales como instrumentos para reprimir las luchas revolucionarias de la clase trabajadora, Stalin esperaba congraciarse con los regímenes burgueses y mejorar la situación diplomática de la URSS. Pero el hecho fue que, cualquiera hayan sido los beneficios diplomáticos limitados y breves de esa estrategia, las derrotas de la clase trabajadora bajo el “Frente Popular” debilitaron a la Unión Soviética enormemente.

62. La política estalinista se dirigió conscientemente a prevenir la toma revolucionaria del poder por parte de la clase trabajadora. Stalin temía que la victoria de la clase trabajadora en otro país, sobre todo Europa Occidental, resucitaría el movimiento revolucionario de la clase trabajadora en Rusia. Entre 1936 y 1938, los estalinistas ayudaron a estrangular una situación revolucionaria en Francia impulsada por la huelga general de junio de 1936. El régimen del Frente Popular, respaldado por el Partido Comunista de Francia, desmoralizó a la clase trabajadora y le abrió paso a la burguesía francesa para que ésta capitulara ante Hitler en junio de 1940. En la Revolución Española, los estalinistas apoyaron el gobierno burgués de Azaña. El Partido Comunista Español defendió más que nadie la propiedad capitalista y la ley y el orden burgués. Reclutó una gran cantidad de militantes de los sectores más acomodados de la clase media urbana adinerada, la cual le tenía un pavor desesperado a la revolución socialista. Stalin inundó a España con espías de la GPU, quienes desataron un reino de terror contra las tendencias socialistas revolucionarias. Sus agentes organizaron la represión de una insurrección de la clase trabajadora en Barcelona y secuestraron, torturaron y asesinaron a Andrés Nin, dirigente del POUM [Partido Obrero de Unificación Marxista]. La liquidación del POUM por los estalinistas fue facilitada trágicamente,por la política centrista del mismo Nin, quien había entrado en el gobierno del Frente Popular en Barcelona. En los Estados Unidos, el Partido Comunista apoyó al Partido Demócrata y al gobierno de Franklin Delano Roosevelt.

63. El objetivo del Frente Popular —que Trotsky definió como la alianza del liberalismo burgués con el GPU [Directorio Político del Estado]— era defender la propiedad privada contra la amenaza de la revolución socialista. Los homenajes retóricos a la democracia se usaron para facilitar el desarme político de la clase trabajadora como fuerza independiente y al mismo tiempo ocultar los intereses clasistas que el estado “democrático” servía. Al punto que a la clase trabajadora se le impidió luchar por el poder político, la lucha contra las verdaderas amenazas a la democracia disminuyó fatalmente. Como se demostró en España y Francia, el intento de defender la democracia sin luchar por el socialismo comprobó ser un fracaso y terminó en desastre. Uno de los argumentos que los estalinistas repitieron en España y Francia fue que la política revolucionaria “asustaba” a la pequeña burguesía y la viraba en dirección a los fascistas. Por lo tanto, la clase trabajadora sólo podía mantener la simpatía de la clase media evitando expresar demandas socialistas que amenazaban la propiedad privada y apoyando a los burgueses moderados dentro del marco del frente popular. Trotsky rechazó enfáticamente este enfoque cobarde y derrotista que expresaba una valoración totalmente errónea de la psicología social de las clases medias:

“Es falso, tres veces falso, afirmar que la actual pequeña burguesía no va hacia la clase trabajadora porque teme ‘medidas extremas’. Al contrario, las grandes masas de la baja pequeña burguesía sólo ven maquinarias parlamentarias en los partidos de la clase trabajadora. No creen en su fortaleza o capacidad de lucha, o que estén listas esta vez para guiar la lucha hasta el final.

“Y si es así, ¿vale la pena reemplazar el radicalismo [la tendencia política burguesa ‘izquierdista’] con sus colegas parlamentarios de izquierda? Así es como razona o se siente el propietario semi-expropiado, malcontento y arruinado. Sin comprender la psicología de los campesinos, los artesanos, los empleados y los pequeños funcionarios, etc. —psicología que surge de la crisis social— es imposible elaborar una política correcta. La pequeña burguesía depende de la economía y es fraccionada políticamente. Por eso no puede dirigir una política independiente. Necesita un ‘líder’ que le inspire confianza. Este individuo o dirigencia colectiva, es decir, esta persona o partido, se le puede dar por una de las dos clases fundamentales: la burguesía o el proletariado. El fascismo unifica y arma a las masas dispersas. Del polvo humano organiza destacamentos de combate. De esa manera le da a la pequeña burguesía la ilusión de ser una fuerza independiente. Y esta comienza a creer que puede dirigir el estado. ¡No es sorprendente que estas ilusiones y esperanzas le hagan dar vueltas a la cabeza de la pequeña burguesía!

“Pero la pequeña burguesía también puede encontrar un líder en el proletariado”. [39]

64. La transformación de la Comintern en instrumento político de la burocracia soviética tomó lugar junto con una serie de purgas y expulsiones en la cual todos los dirigentes que representaban las tradiciones del internacionalismo revolucionario fueron reemplazados por representantes leales a la maquinaria. Esta transformación había comenzado en 1923 y continuó durante los años 1930, a menudo como parte de la lucha contra el trotskismo. Para el período del “Frente Popular”, la Comintern ya había rechazado completamente el programa de revolución mundial, al cual Stalin llamaba un “malentendido tragicómico”. La Comintern por fin se disolvió en 1943 como gesto de la burocracia estalinista para congraciarse con sus aliados imperialistas.


[39]

Leon Trotsky, Whither France (London: New Park Publications, 1974), p. 13.