Español
Perspectiva

El debate entre Harris y Trump: un certamen degradante de reacción política

Los candidatos nominados a presidente, el republicano Donald Trump, izquierda, y la vicepresidenta demócrata Kamala Harris, durante el debate presidencial de ABC News, 10 de septiembre de 2024, Centro Nacional de la Constitución, Filadelfia [AP Photo/Alex Brandon]

El espectáculo degradante del debate entre Donald Trump y Kamala Harris el martes sostuvo un espejo enfrente de un sistema político en extraordinaria crisis. Entre los delirios del fascista Trump y perogrulladas tontas de la belicista Harris, el debate presentó el rostro viciado del capitalismo estadounidense.

Ambos candidatos, con la ayuda de los moderadores de ABC, evitaron discutir cualquier problema social urgente que enfrenta la población trabajadora. A lo largo de todo el debate de 90 minutos no hubo una sola discusión o pregunta sobre la desigualdad, la pobreza, los recortes de empleos o el estancamiento de los salarios. Ninguno de los candidatos mencionó que 1.000 personas por semana mueren de COVID-19 y que la pandemia continúa propagándose en los lugares de trabajo y las escuelas.

Trump señaló el aumento en el mercado de valores durante su Administración como prueba de su “gran economía”, mientras que Harris citó la autoridad de Goldman Sachs, el mayor banco de inversión de Estados Unidos, para validar su agenda económica. Un gran abismo social separa a estos dos candidatos de Wall Street de las realidades que enfrenta el 90 por ciento más pobre de la población.

Al parecer a veces completamente trastornado, Trump intento apelar a la rabia y frustración cada vez mayores en el país. Busca alejar esto de su verdadera fuente, el sistema capitalista y la clase dominante, y dirigirlo contra los trabajadores inmigrantes. Los inmigrantes están “llegando a nuestro país desde prisiones y cárceles, desde instituciones mentales y manicomios”, bramó. “Están llegando y están quitándoles los trabajos a los afroamericanos e hispanos y también a sindicatos”.

Trump hizo referencia repetidamente a la provocación fascista que su campaña inició la semana pasada contra los trabajadores de fábrica haitianos en la ciudad desindustrializada de Springfield, Ohio, donde los neonazis locales difundieron un falso rumor de que los trabajadores haitianos están robando mascotas familiares: “Mira lo que está sucediendo en las ciudades de todo Estados Unidos”, dijo Trump. “No vayas a Springfield. En Springfield, se están comiendo a los perros. Las personas que llegaron se están comiendo a los gatos. Se están comiendo a las mascotas de la gente que vive aquí”.

Trump representa una forma definitiva de fascismo estadounidense. Y cualquiera que sea el resultado de las elecciones, Trump y los republicanos recibirán unos 70 millones de votos, ganarán contundentemente en grandes secciones del país y controlarán muchos Gobiernos estatales y probablemente una o ambas cámaras del Congreso.

El hecho de que Trump pueda incluso ser candidato, ni hablar de obtener un apoyo significativo, atestigua la completa bancarrota política del Partido Demócrata. El Partido Demócrata es hostil a todo llamamiento amplio a las aspiraciones sociales de las masas populares y lo subordina todo a los objetivos de guerra del imperialismo estadounidense. Esto no es simplemente una táctica errónea, es una expresión del carácter de clase del Partido Demócrata, que representa a los bancos y las corporaciones no menos que Trump y los republicanos.

La actuación de Harris en el debate, al igual que su campaña en general, iba dirigida para atraer al Partido Republicano, al ejército y al aparato de seguridad nacional. No solo evitó deliberadamente orientarse a la gran oposición social a Trump, sino que buscó vincularse con algunos de los políticos más odiados del siglo XXI: “De hecho, tengo el respaldo de 200 republicanos que han trabajado anteriormente con el presidente Bush, Mitt Romney y John McCain, incluido el respaldo del exvicepresidente Dick Cheney y la congresista Liz Cheney”.

Harris justificó el genocidio de Israel en Gaza y amenazó con librar una guerra contra Irán: “Lo único que les aseguraré siempre, siempre le daré a Israel la capacidad de defenderse, en particular en lo que se refiere a Irán y cualquier amenaza que Irán y sus representantes representen para Israel”.

Atacó a Trump desde la derecha en el tema de China, alegando que Trump “terminó vendiendo chips estadounidenses a China para ayudarlos a mejorar y modernizar sus fuerzas armadas”, y denunció a Trump por pedir un fin negociado a la guerra liderada por Estados Unidos contra Rusia en Ucrania.

Harris declaró en sus comentarios finales: “Creo en lo que podemos hacer juntos para mantener la posición de Estados Unidos en el mundo y garantizar que tengamos el respeto que con tanta razón merecemos, incluido el respeto a nuestras fuerzas armadas y garantizar que tengamos la fuerza de combate más letal del mundo”.

El militarismo imperialista de Harris le brindó a Trump la oportunidad de hacer un llamamiento demagógico a la creciente oposición a la guerra de Estados Unidos contra Rusia. “No tenemos ni idea de lo que está pasando”, dijo, señalando que las bajas en ambos lados son mucho más altas de lo que se informa en los medios de comunicación. “Tenemos guerras en Oriente Próximo. Tenemos guerras con Rusia y Ucrania. Vamos a terminar en una tercera guerra mundial. Y será una guerra como ninguna otra debido a las armas nucleares, el poder del armamento”

El hecho de que Trump, un político imperialista vicioso, pueda posicionarse como un candidato de “paz” refleja una dinámica peligrosa en el sistema bipartidista a medida que se acercan las elecciones.

La misma dinámica se mostró cuando los moderadores del debate preguntaron a los candidatos sobre el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021. Trump caracterizó su papel como “patriótico” y se centró en atacar a Harris sobre la inmigración: “Les pregunto esto. Hablas del Capitolio. ¿Por qué permitimos que millones de personas entren por la frontera sur?”.

Harris respondió con una serie de frases trilladas, presentando el 6 de enero como una cosa del pasado y no una advertencia de un peligro inminente en 2024: “Para todos los que miran y recuerdan lo que fue el 6 de enero, digo que no tenemos que volver atrás. No volvamos atrás. No vamos a ningún sitio. Es hora de cambiar de página. Y si eso fue ir demasiado lejos para ti, bueno, hay un lugar en nuestra campaña para ti. Para defender nuestra patria. Defender nuestra democracia. Defender el estado de derecho. Y para acabar con el caos”.

En realidad, el 6 de enero fue parte de un esfuerzo continuo y cada vez mayor para tumbar la Constitución y establecer una dictadura. Trump se ha comprometido a ignorar los resultados de cualquier elección que pierda, y los republicanos de la Cámara de Representantes están avanzando un proyecto de ley para exigir que todos los votantes demuestren su ciudadanía, un esfuerzo que privaría del derecho al voto a millones de votantes de bajos ingresos que no tienen pasaportes o acceso fácil a los certificados de nacimiento. Aunque el proyecto de ley (llamado Ley SAVE) probablemente no se convertirá en ley, su propósito es permitir que Trump afirme que una victoria demócrata es ilegítima porque millones de inmigrantes indocumentados supuestamente votaron. Horas antes del debate publicó en Truth Social: “LOS DEMÓCRATAS ESTÁN TRATANDO DE ‘EMBARAZAR’ LAS URNAS CON VOTOS DE EXTRANJEROS ILEGALES. ¡¡¡NO DEJEN QUE PASE!!!”.

Faltan menos de ocho semanas para el 5 de noviembre, y las encuestas muestran que la contienda está codo con codo entre ambos candidatos, que representan la guerra imperialista y la contrarrevolución social. Una contienda reñida es todo lo que Trump necesita para seguir adelante con su plan de denunciar un fraude electoral y movilizar a sus partidarios en los tribunales y en las calles para anularlas.

El candidato presidencial del Partido Socialista por la Igualdad, Joseph Kishore, emitió una declaración tras el debate condenando a ambos partidos.

“El debate del martes entre Harris y Trump reveló el carácter reaccionario de todo el sistema político y de ambos candidatos de la clase dominante”, afirmó. “Trump y el Partido Republicano están tratando de sentar las bases de un régimen autoritario, pase lo que pase en las elecciones. Sin embargo, no es posible oponerse a esta amenaza apoyando a los demócratas, un partido de Wall Street y el imperialismo”.

Kishore añadió:

Se hace todo lo posible para excluir cualquier discusión sobre los problemas reales. Los términos “desigualdad”, “capitalismo” y “socialismo” no se mencionaron en el debate. A pesar de que todas las encuestas muestran una amplia insatisfacción tanto con los demócratas como con los republicanos, todos los demás candidatos están excluidos, incluido el Partido Socialista por la Igualdad”.

Kishore señaló la crisis social extrema que enfrenta la clase trabajadora, que incluye “niveles aplastantes de deuda”, “inflación”, “el costo de la vivienda que hace que sea imposible pagar una casa o un alquiler”, “salarios estancados” y “despidos masivos”.

Concluyó:

La tarea urgente, en las próximas ocho semanas y más allá, es construir dentro de la clase trabajadora una dirección socialista que articule sus intereses en oposición a ambos partidos capitalistas. Solo sobre esta base es posible socavar las fuerzas de la reacción, la dictadura y la guerra.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de septiembre de 2024)

Loading